miércoles, 17 de diciembre de 2014

Rafael de Cózar in memoriam.

No es habitual despedirse de un trimestre y de un año, saludar las fiestas navideñas y el año nuevo, con un mensaje tan triste, pero como diría un periodista recién salido de la facultad: "la actualidad se impone". Hace unos días un incendio fortuito acabó con la vida del escritor Rafael de Cózar. Reconozco no saber mucho de su obra, ni de su vida personal. A raíz de este suceso, se entera uno de que vivía en el pueblo sevillano de Bormujos, y de que tenía mujer e hija. Pero en cuanto su nombre apareció en las noticias de la mañana, volvieron a mi mente dos viejas transparencias de acetato que yo usaba hace año en clase para explicar los entresijos de la poesía y la métrica. Su autor, era el poeta que acaba de fallecer. Estaban extraídas las fotocopias de materiales que la Consejería editó en su momento, dentro del proyecto "Juan de Mairena". Eran tiempos aquellos sin pizarras digitales y tan solo los retroproyectores (¡curiosa palabra!) y los magnetoscopios (¡otro vocablo para el saco de los arcaísmos tecnológicos!) servían para darle un cariz diferente a las clases, guiadas por el monopolio de la tiza. 
Entre esos materiales que ya arrinconé hace años, estaban estos dos poemas, dedicados a sendos monumentos sevillanos, dos personalísimos caligramas que hoy he desempolvado (literalmente: ya habían acumulado bastante pátina en un viejo archivador), que he escaneado y que quiero compartir con quien deambule por este blog. 
Lo que más llama la atención a cualquier amante de las letras, del arte y de la cultura, es que nuestro poeta muriera mientras intentaba salvar su biblioteca. En una época donde enaltecemos lo banal, donde la cultura tan solo se mide por su repercusión en el IVA que recaúdan nuestros administradores, donde la palabra "cultura" se tergiversa y se pone al servicio de causas dudosas... quiero rendir homenaje a este escritor que, en su momento, y sin saberlo, puso su grano de arena para que las clases de Métrica fueran menos áridas. Y además, a raíz de sus poemas, algunos alumnos se animaran a realizar los suyos (más o menos originales), poemas que decoraban las paredes del aula durante el resto del curso. Hoy también he querido rescatar algunos de aquellos trabajos que coloco tras los poemas de Rafael. 
Descansa en paz, maestro. Y gracias.









Y, por cierto: FELIZ NAVIDAD.

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