lunes, 21 de abril de 2014

Entrevista al poeta Guillermo Fernández Rojano

 
Tomado de: www.juntadeandalucia.es


 
El próximo jueves, 24 de abril tendremos la suerte de contar en nuestro centro con el poeta Guillerno Fernández Rojano, en una actividad preparada por el alumnado de Bachillerato. Para “abrir boca” y ya que estamos en la semana en la que se conmemorará el Día del Libro el 23, os ofrecemos una entrevista elaborada por la alumna de 2º CC.SS. A, María del Campo Pozo Samblás, en la que conoceremos algo mejor la forma de pensar y la trayectoria literaria de Guillermo:


    Antes de nada, la primera pregunta que se me ocurre es; ¿por qué se estableció aquí, en la Sierra de Segura, en Orcera?
    Circunstancial. Después de haber estado viviendo en ciudades más o menos grandes, multiculturales, como Cambridge (UK) y Ginebra (Suiza), recorrer Europa, transitar entre Granada y Jaén con turbo emocional (turbulencias emocionales) decidí establecerme a cierta distancia de la “civilización”, cansado del abotargamiento y del asfaltado de los sentidos, obligados a desempeñar un papel de sumisión absoluta a la letra mayúscula del Estado, a los códigos urbanos donde la fragmentación del ser humano es más evidente al colisionar en masa por las calles, en las administraciones, en los centros comerciales. Lo que no quiere decir que en el campo, en la aldea, en el pueblo, no existan los mismos códigos o similares, a veces más soterrados e intransigentes, es cierto. Uno comprueba que la corrupción (y no me refiero a la política) se puede producir en cualquier lugar donde habite el ser humano. Hablo en subjuntivo, y hablo también en primera persona, espero que se entienda.


    Con su formación, ¿por qué no aspira a una gran ciudad o un sito en el que pueda llegar a más?
    Prácticamente está contestado. Pero, fíjate, tú misma estás estableciendo parámetros de control. Has dicho “llegar a más”, opuesto a “menos”. ¿Qué es ser más? ¿Profesor de universidad? He dado clase en la universidad, en Carolina del Norte (EEUU), ¿y qué? ¿Académico de la Lengua? No he sido académico, es evidente. ¿Qué es ser menos? ¿Mecánico? ¿Panadero? ¿Qué es más? ¿Londres? ¿New York? ¿Qué es menos? ¿Torres de Albanchez? ¿Onsares? ¿Conoces íntimamente a algún profesor de universidad o a algún académico de la Lengua? Si los conocieras, ¿crees que por ser rector, director de la Academia de la Lengua o ministro seríamos más felices? ¿Tú sabes lo que supone tener uno de esos cargos? Pregúntale a tu profesor lo que supone pertenecer a un sistema que administra la educación, la cultura, la formación en general, con todos sus preceptos, obligaciones, exigencias, muchas veces arbitrarias. Las universidades, como modelo de engranaje de un sistema piramidal, están corruptas hasta el tuétano, las rivalidades políticas y las envidias son tales que ahuyentarían a las víboras. Lo que no quiere decir que un panadero o un mecánico de la Sierra de Segura no se libren de la picadura. Hoy por hoy, a lo único que aspiro, lo que trabajo a diario, conscientemente, es a la soledad, a la conciencia en la soledad, sin intervenir, sin juzgar, sin sentirme herido. Pero no se entienda como antisocial, sino todo lo contrario, sino para relacionarme mejor con los otros. “Yo soy el otro”, decía Rimbaud. Y sólo así podría ser una buena persona y, por lo tanto, un buen profesional. La soledad depura la contaminación de las emanaciones sociales: competitividad, egoísmo, envidia, revanchas, rentabilidad, el otro como negocio.


    ¿De todo lo que ha escrito de que se siente más orgulloso? ¿Por qué?
    El orgullo es un valor. Yo me he dado cuenta de que toda mi poesía es una desvalorización del mundo. La palabra funciona como desactivador del mecanismo de detonación. Mis poemas no tratan de construir nada, sino de deconstruir, de desaprender, de deformar (lo contrario de formar): el amor, la justicia, la felicidad, la libertad, el honor, la verdad y la mentira, el triunfo y el fracaso, todas las oposiciones que se te ocurran. Una deconstrucción masiva de todas las ideas que llevan inculcándonos desde hace miles de años, grabándolas detenidamente como información en nuestro genes, para que reaccionemos cuando tenemos que hacerlo, para que lo hagamos de esta forma o de la otra, para que no lo hagamos. Nos hacen creer que lo hacemos o no, de esta o de aquella manera, libremente, cuando es un mecanismo tranquilizador, es un cebo envenenado para que nos sintamos satisfechos, agradecidos y de esta manera – políticos, banqueros, empresarios- sigan recortándonos derechos y ellos obteniendo beneficios. Uno se indigna y en la propia indignación tiene su recompensa. El control es absoluto, porque saben cómo vamos a reaccionar ante lo que sea, en cualquier lugar y por los motivos que sean, estemos solos o acompañados, tapados hasta la cabeza con las sábanas, en un pub, en un partido de fútbol, en una biblioteca o qué sé yo. El Estado es un negocio que vende democracia a precio de sangre. ¿Sabes cuánta gente se suicida en España desde que empezó la crisis? Ocho personas al día. En 2011 se suicidaron 3.180. ¿Te parece una barbaridad? Son datos del Instituto Nacional de Estadística. Puedes comprobarlo. 
    Y al hilo de tu pregunta, tanto el orgullo como la deshonra o la indignación (ahora que se habla tanto de ella) son elementos de intoxicación, por medio de las cuales nos dejamos someter, nos dejamos infectar. La enfermedad no es otra cosa que la intoxicación a la que hemos sometido a nuestras emociones desde hace miles de años. Una intoxicación lenta grabada como información genética, generalmente activada por el miedo a la vida. 


    ¿Qué o quién inspira su poesía?
    Lo que miro, lo que oigo, lo que toco, lo que huelo.


    ¿Qué fue lo que le hizo empezar a escribir?
    El miedo, la cobardía, la inconsciencia, la rabia, la testosterona...


    ¿Cómo consigue uno ser un buen poeta? ¿Qué herramientas se necesitan?
    ¿Te refieres a escribir bien? No hay que confundir escribir bien con ser un buen poeta. Tampoco sé si los poetas son buenos o malos. No sé cómo medir eso. Para escribir bien es necesario leer mucho y escribir mucho y estar atento a la gramática y a la sintaxis, al vocabulario, etc.. Para ser un buen poeta hay que estar atento a la vida, vigilante a las luces, vigilante en la oscuridad. Un amigo mío, ya muerto, José Viñals (sobre cuya poesía trató mi tesis doctoral), uno de los más grandes poetas que he conocido, decía que la poesía conseguía hacerlo una buena persona. Pero no entendamos “una buena persona” en el sentido bobalicón. Se trata de ser una buena persona hacia dentro, un ser humano comprometido, con plena conciencia de ser. Bueno, es difícil.


          ¿Qué es para usted lo más gratificante de escribir poesía?

         Estar solo, en silencio, con la mente sin convulsiones, atento exclusivamente al hecho en sí, dejando     que la palabra suceda, si sucede, y si lo hace que sea algo nuevo, otro paso hacia dentro, hacia la profundidad, hacia la oscuridad, donde los sentidos están absolutamente vivos, incandescentes.


    ¿Y lo más frustrante?

    ¿Conoces un tema de Extremoduro que dice: “No me amarga el sabor de la derrota, / del fracaso ya he sido compañero, / me acurruco al calor de mis pelotas / y les miro cómo les crece el pelo”?. Eso hago. He tratado de que los significados de las palabras se conviertan en sustancias, no en conceptos. Por otro lado, y en el mismo sentido, la palabra “poesía” procede del griego “poiseis”, que significa “hacer que algo suceda”. Y si no ocurre, que no ocurra. Por lo tanto, ni obtenemos triunfos ni frustraciones, pero podemos disfrutar de ellas, de todos sus otros significados posibles.

    ¿Qué poetas han influido en su obra?
    He leído muchísimo, he visto muchas exposiciones de pintura, escultura, fotografía. Yo mismo pinto y hago fotografía. Viajo mucho, tengo muy buenos amigos, grandes artistas todos, poetas, pintores, fotógrafos. Veo mucho cine, muchísimo. Todo y todos influyen en mí constantemente. Decir nombres sería aprovecharlos para prestigiarme. Piensa si quieres, por no parecer huidizo, en el mismo Viñals, Gamoneda, Pessoa, Nietszche, Artaud, Milosz, Bernhand, César Vallejo, Panero (Leopoldo María), John Donne, Cernuda, Aldo Pellegrini, no sé, la lista sería interminable. Todo lo que he leído me ha impregnado, todo, absolutamente todo, de tal manera que no sé a quién pertenece lo que escribo, si es mi obra o de quién es. Llega un momento en que tú eres parte de ellos y ellos parte de ti. Al final lo que ellos escribieron o escriben está en lo que yo escribo, y a la inversa y sucesivamente.

    Finalmente, ¿En qué tipo de publicación está trabajando ahora?
    Ando en un tema peligroso, se llama Signo, y es peligroso porque intento, de una manera racional pero irracional, desactivar la bipolaridad del signo lingüístico que dice lo que quieren que diga para que nosotros, pensando que hacemos lo que queremos, hagamos lo que el signo quiere. En fin…. Por si te interesa, hay un libro a la espera de ser publicado, se llama Tierra, en la editorial Amargord. No sé cuándo saldrá, se supone que esta próxima primavera. Además tengo unos seis libros inéditos. No tienen prisa. Tienen los ojos cerrados y yo, de vez en cuando, los acaricio o les doy una patada. Quizá aparezca también este año El canto de la tripulación en “Taller clandestino de las letras”, en la colección “Hmuda”, de Castellón.

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