Les hemos explicado a los chavales de 2º ESO los rudimentos básicos de la poesía. Hemos leído poesía. Hemos disfrutado con la poesía. Hemos analizado poemas. Y, para terminar, pues hemos escrito un poema. Pero como se han apabullado con la cosa del cómputo silábico y sobre todo con la dichosa rima, les he dicho que íbamos a emplear un truco que aprendimos hace tiempo en un curso que algunos profes de Lengua hicimos en un instituto. Es un método ideal para escribir poesía clásica sin preocuparse de la rima y que ya protagonizó una entrada aquí mismo hace unos años. Se trata de escoger un poema, eliminar todas las palabras menos la última (de forma que la rima ya la tenemos 😉) y rellenar el resto de huecos con las sílabas correspondientes. El resultado puede que sea muy similar al original, aunque lo que se trata es de que prime el ingenio y, ante todo, que nos divirtamos haciéndolo, aunque no tenga mucho sentido.
(Tomado de: losojosdehipatia.com.es) |
En este caso nos ha parecido bien elegir un poema de Gloria Fuertes, de la que se cumple este año cien de su nacimiento.
Aquí os presentamos el original y tres de las colaboraciones. Que las disfrutéis.
(Tomado de: cuentosinfantiles.biz) |
El castillo
Este castillo
encantado
tiene el jardín
pelado
porque tiene muchos
años
aunque bastantes
peldaños
colocados de mal
modo;
un poco extraño
todo:
las murallas
defensivas
muchas de ellas
reconstruidas;
aquí todo encantado
y un naranjo pelado
por lo cual no es
famoso
y muchas hojas al
foso;
los naranjos
alargados;
estampada en
fachadas
las murallas del
castillo
son toda una
maravilla.
Ana Bermúdez
González
El campo encantado
Este campo encantado
lleva tiempo pelado:
tiene ya más de mil
años.
Sus antiguos
peldaños
están hechos de tal
modo
que lo resisten
todo,
con las torres
defensivas
que están mal
reconstruidas.
Este campo encantado
lleva tiempo pelado
y ahora es famoso
por su gigantesco
foso.
Sus murallas
alargadas
hacen bonitas
fachadas.
Este campo de
Castilla
es toda una
maravilla.
Jade Castillo
Soeters
El pueblo antiguo
En un pueblo
encantado
hay un sendero
pelado,
no se limpia hace
años
ya que no tiene
peldaños.
No existe ningún
modo
de que lo cambien
del todo:
más murallas
defensivas
y calles
reconstruidas
En un valle
encantado
hay un museo pelado:
ahora no es famoso
ya que no hay ningún
foso,
esas puertas
alargadas
no están en las
fachadas
y sus torres de
Castilla
eran una maravilla.
Natalia Herreros
Blázquez
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