Propusimos al alumnado de 4º de la ESO un juego: ante la visión de la fotografía que aparece más abajo, debían crear una historia relacionada con el contenido de la imagen, de unas veinte líneas de extensión. Presentamos hoy uno de esos relatos.
La corta
vida de una naranja
Lo primero que recuerdo
fue cuando me recolectaron, que estaba emocionada porque al fin
recorrería el mundo, pero triste porque me separaba de mis hermanas.
Recorrí muchos kilómetros con muchas clases de frutas y verduras
diferentes. Entonces llegué a un supermercado y me colocaron en una
caja con muchas más naranjas. Allí conocí a Citria, una naranja
con la que me llevé muy bien.
Pasaron tres días y me
enamoré de ella, así que yo le propuse que fuésemos novios y ella
aceptó. Fue el mejor día de mi vida. Horas más tarde vino una
chica muy deprimida, cogió a Citria y a mí, y nos metió en una
bolsa.
Después pasamos a una
nevera donde los dos teníamos mucho frío. En ese momento, Citria y
yo escuchamos que la chica había discutido con su pareja y habían
cortado. Le prometí a Citria que nunca la dejaría. Ninguno de los
dos sabíamos para qué estábamos allí.
Acto seguido, la chica
nos cogió a los dos: a mí me puso sobre la mesa y a Citria empezó
a quitarle la piel. Vi como sufría y yo no podía hacer nada. Me
puse a llorar y algo cambió en mi: sentía ira. Esa chica acabó de
comerse a mi novia y ahora empezó conmigo, pero mi ira le dejó el
sabor más agrio que ella jamás probara. A partir de ese momento me
reencontré con Citria en un lugar que no conocía.
Emiliano Juárez Serrano
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