Fotografía de Roberto Cacho Toca |
Iniciamos este blog con
la publicación de trabajos realizados por el alumnado de 1º de
CC.NN. B. Se trata de una práctica acerca del soneto que cualquiera
puede realizar en casa. Tan solo hay que elegir un soneto (sí, ya
sabéis, ese poema compuesto de dos tercetos y dos cuartetos con
endecasílabos y que fue creado en el Renacimiento), dejarle solo la
última palabra de cada verso y rellenar el resto de sílabas con un
texto que tenga algo de coherencia. De esta forma, no tenemos que
preocuparnos de la rima: ya está lograda con las palabras que hemos
aprovechado del soneto original. En este caso hemos escogido el poema
de Gerardo Diego “Al ciprés de Silos” (podéis leer el original en: http://www.poesi.as/gd07052.htm) , y han salido cosas como
esta:
Despliega su dulce olor la azucena
a través de tan delicado gesto
que tan solo quienes son deshonestos
negarán esa elegancia serena.
Solo azucena perdona esa vena
del inconsciente, que con gesto presto
altanero y con sombrero enhiesto
ignorándola, pisa, desordena,
arrebatándole su primavera
para después, desdibujarse airado.
Pero será mañana allá en la cumbre
cuando le sorprenderá el viento helado
junto a un perfume sutil y ligero;
discúlpeme, olvidar es mi costumbre.
Alba Omañas Ortega (Título: "Lo bello y lo bestia")
Le quisimos comprar una azucena,
pero Pepa nos puso tan mal gesto
que abandonamos nuestro intento honesto
con tal de que quedase más contenta.
¿Qué sé yo porqué os ha dado esta
vena?
Si no tenéis dinero, yo os lo presto
para que nuestro orgullo quede enhiesto
puesto que mi rechazo os desordena.
Mi amor no os daré en esta primavera
y aunque después de esto quedéis
airado
os diré que amarte a ti no es mi
cumbre.
Vuestra negativa me deja helado,
no os tenía por mujer tan ligera
pero que me rechacen ya es costumbre.
Rafael Quintana Prego
No seré una linda azucena,
pero me conformo con mi buen gesto,
con mi cariño y sentir honesto,
con mi bella sinceridad serena,
ya que por él doy sangre de mi vena,
por y para él mi vida le presto;
a él le presto mi amor enhiesto,
le doy mi gran vida desordenada;
para él mi última primavera
hasta que llegue mi gran fin airado
hasta que esté en la alta cumbre;
para él hasta mi sueño helado;
para él mi vida a la ligera
y que estar juntos se acostumbre.
Miriam Espinosa Mena
Eres el chico de nuestro gran sueño,
eres ese que su mirada lanza
y nuestro bonito ojo alcanza;
eres nuestro eterno gran empeño,
mulato, bonito, hombre isleño
serás nuestra única esperanza;
llegaremos a tu pueblo: Arlanza,
del cual eres su único fiel dueño,
siempre en tu puesto, siendo firme.
Ya llego y no puedes diluirme.
Todos somos como esos cristales
que se encuentran en estos filos
de tus bonitos labios verticales.
Ya vamos para el puerto de Silos.
Alba Muñoz Rodríguez.
Al parecer en esta vida sueño
que quieres matarme con una lanza,
gracias que al corazón no alcanza.
Espero que cese en el empeño,
pero desespero cual isleño
en este cabo de la Esperanza.
Añoranza, riberas del Arlanza,
seré tu vasallo y no tu dueño,
intentaré el mantenerme firme,
evitar llorar y el diluirme.
Te veo tan guapa tras esos cristales,
desespero y me corto con filos,
filos anormales, no verticales,
“mudo ciprés en el fervor de Silos”
Ignacio Martínez Vizcaíno.
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